‹‹⿻Lia / Historia ››

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Lia no tuvo la fortuna de conocer a sus padres. Sus recuerdos comienzan en los brazos de su tía, una elfa silenciosa que la rescató cuando apenas era un bebé. Ella le contó que la madre de Lia, conocida como Lûthiel, y su hermana murieron en un incidente cuyas circunstancias siempre han permanecido en la sombra. Del padre, nadie sabe absolutamente nada. La pequeña creció con un vacío que jamás podría llenar, y aunque su tía la llevó a Naîrel para darle seguridad, aquello no aplacó sus dudas ni su desconfianza hacia el mundo exterior.

Una vez establecida en las verdes arboledas del reino élfico, Lia descubrió su afinidad natural por la magia. Siendo elfos, era casi un don hereditario, pero para ella se convirtió en una pasión que canalizaba su frustración y su melancolía. Se pasaba horas estudiando pergaminos antiguos, perfeccionando conjuros y buscando la forma de hacerse más fuerte, convencida de que el conocimiento era el arma perfecta para proteger su nueva vida.

Al ver cómo el caos se cernía sobre las Tierras Convergentes, Lia decidió unirse a la Guardia del Bosque, una fuerza encargada de salvaguardar las fronteras de Naîrel. Su adiestramiento fue intenso, casi agotador, pero cada golpe, cada conjuro y cada lección la impulsaron a convertirse en una combatiente excepcional. Nada la motivaba más que la idea de mantener a salvo a su pueblo de la amenaza que arrebató a su familia antes de que ella siquiera supiera pronunciar sus nombres.

A lo largo de los años, la actitud de Lia se ha convertido en su rasgo más distintivo. Es precavida hasta la obsesión y desconfiada por naturaleza. La mayoría la considera malhumorada, y es cierto que puede ser bastante borde cuando no está de humor. A menudo se le ve enroscada en sus pensamientos, como si temiera que el peligro acechara a cada paso. Su tía rehúsa contarle más detalles sobre la tragedia familiar, alimentando la rabia muda que Lia guarda en su interior.

Sin embargo, esa coraza severa no es más que el resultado de las cicatrices de su pasado. Sabe que no puede vengar a sus padres ni a su hermana porque desconoce la identidad de su enemigo, y a cada pregunta que formula, su tía le devuelve un silencio impenetrable. En su corazón, Lia ansía encontrar respuestas, pero mientras el misterio permanezca, seguirá defendiendo Naîrel con todo su fervor y la magia divina que corre por sus venas, convencida de que la verdadera paz radica en proteger aquello que le queda: su hogar y su propia vida.